Opinión

Vivir con sentido

Ninguna empresa podría funcionar sin conocimiento, experiencia o determinadas habilidades profesionales. Características fácilmente objetivables que suelen servir como criterio para seleccionar a un equipo. Sin embargo, hay un intangible en el que radica la clave para que una empresa pueda prosperar y es algo que trasciende a la vida personal de cada uno de sus trabajadores.

Ese factor es la actitud emocional. Cuando los seres humanos se unen para un objetivo común, las emociones siempre están presentes. Por tanto, de su adecuada gestión dependerá que sean un lastre o que faciliten el proceso creativo, sirvan de inspiración para desarrollar ideas y nos ayuden a identificar y solucionar problemas.

Alcanzar un estado de ánimo positivo y proyectarlo hacia el exterior está en nuestra mano

La proyección hacia el exterior de un estado de ánimo positivo puede marcar la diferencia entre el trabajo simplemente bien hecho y la excelencia. Y alcanzar ese estado en cualquiera de las facetas de la vida depende de pequeños detalles que está en nuestra mano potenciar: aprender a relativizar las cosas y a darles la importancia o urgencia que realmente tienen; disfrutar de lo que poseemos sin ofuscarnos por lo que creemos que nos falta y ser capaces de marcarnos metas que nos ilusionen.

Quizá no podamos cambiar las circunstancias que nos rodean pero, como dice Víctor Küppers, “siempre podemos elegir nuestra actitud y en cada instante nos acercamos un poco más a la grandeza o a la mediocridad”.

Eso sí, a condición de que entendamos que el éxito en la vida no se relaciona con acumular propiedades materiales, ni con alcanzar una relevancia pública, sino con seguir conservando cerca a tu familia y a tus amigos y que quieran estar contigo.

Que cuando mires hacia atrás, tu vida haya tenido sentido.